sábado, 10 de marzo de 2018

Cultura machista



El Día Internacional de la Mujer ha supuesto este año un importante hito para sensibilizar a la población sobre la discriminación que sufre la mujer en todo el mundo, si bien con diferente intensidad. Una convocatoria de carácter internacional -170 países, incluidos algunos del espectro islámico- que en España este año ha amplificado su llamada con una convocatoria a la huelga a general por parte de algunas organizaciones, paros por parte de otras, y grandes manifestaciones. Más allá del nivel de participación en estas movilizaciones, los medios de comunicación se han hecho eco de los principales problemas que afectan a la mujer en el momento actual: violencia de género, discriminación en derechos, sobrecargas familiares, desigualdad en el acceso a la educación, brecha salarial... Problemas que se manifiestan año a año, pero en los que se avanza muy poco, al menos en nuestro país.

El problema es mucho más profundo de lo que parece. Se trata de una actitud hacía el otro género. Es un problema de “cultura machista” que tiene sus orígenes en la forma de plantear las relaciones las diferentes civilizaciones. En el mundo occidental se ha avanzado mucho y, por suerte, nos encontramos en la mejor situación de la historia, pero aún es insuficiente; en otras, como la islámica y la oriental, el avance ha sido mucho menor y la mujer no sólo es discriminada, sino vejada en diferentes circunstancias y ocasiones. La comunidad supranacional y los gobiernos se tienen que comprometer para revertir esta cultura y aplicar los recursos necesarios para superar esta situación. Un problema de actitudes que requiere una nueva cultura de compromiso e igualdad en las relaciones entre géneros y la implicación de todos, hombres y mujeres, abandonando los posicionamientos de poder y fuerza, que en muchos casos impregnan la forma de entender la fortaleza de los varones.

En el Congreso de los Diputados, la Mesa organizó un encuentro en el salón de los ‘Pasos Perdidos’ con diez mujeres procedentes de distintos ámbitos de la sociedad moderado por una periodista. Pertenecían a diferentes sectores de la sociedad civil en el desarrollo de su actividad y procedencia: ganadería, marisquería, judicatura, deporte, medicina, investigación, literatura, aviación y abogacía. En cinco minutos, cada una de ellas ha manifestado de forma muy sintética su visión de la problemática de la mujer en la sociedad española actual.

Todas ellas han coincidido en la dificultad de conciliar su vida familiar con su actividad laboral por su condición de madres, que les hace anteponer sus hijos por delante de todo, como afirmó una de las intervinientes. Y han apostado por propuestas que integren a los hombres en las labores familiares, siguiendo las pautas de los países nórdicos. Se ha hecho referencia a los estereotipos que ubican a hombres y mujeres con roles diferentes, y que pueden llegar a ser una limitación importante para el acceso de las mujeres a determinadas profesiones, como son las más técnicas o puestos directivos. La mujer hoy es posiblemente más competitiva en la sociedad española que el hombre, al menos así se pone de manifiesto en la Universidad española, de lo que doy fe en mis años como profesor universitario. El problema comienza cuando su posición no depende de ellas mismas. “Cuando la mujer depende de ella va bien”, así lo ha manifestado la vicepresidenta  del Tribunal Constitucional en el encuentro.

Existen también otras importantes limitaciones. Nacer en una comunidad gitana y apostar por ser universitaria y desempeñar una profesión relevante tiene una doble dificultad, primero superar las convicciones culturales asociadas a la etnia a la que perteneces y, después, las propias restricciones que impone el hecho de ser mujer. La representante del secretariado gitano, y abogada, así lo ha puesto de manifiesto. Claro que aún situación similar se plantea para todas aquéllas que proceden del medio rural, donde las dificultades para garantizar la igualdad se complican mucho más que para quienes han crecido en el mundo urbano. Al menos eso se desprende de la casuística.

Estas son algunas de las razones que han secundado muchos españoles para salir a la calle el pasado día 8 y manifestar su espíritu crítico con la situación de discriminación o cultura machista que preside las relaciones hombre mujer, si prefieren. Un problema que pasa, en primer lugar, por invertir esa cultura en nuestro propio hogar, y avanzar en el reconocimiento y respeto mutuo. Nunca es tarde para reflexionar y cambiar.



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